Honningsvag es el punto de salida privilegiado para Cabo Norte que las
poblaciones antiguas, exactamente igual que sucedía con Finis Terrae en
Portugal, consideraban como el fin del mundo conocido y el punto de salida para
el viaje hacia la nada, hacia el mal, hacia el infierno.
En realidad, Cabo
Norte, aun presentando unas condiciones climáticas obviamente inhóspitas y
ligadas a un viento gélido que, incluso con el sol, barre todos los rincones de
su posición, constituye un punto de referencia de gran fascinación. Fue un
capitán inglés de nombre Richard Chancellor quien, en 1553, en busca de una
nueva ruta hacia China, descubrió y bautizó Cabo Norte.
El camino transitable
entre Honningsvag y el promontorio fue construido sólo en 1956 y desde aquel
momento inició la llegada del turismo a Cabo Norte. Cabo Norte está situado en
la isla de Mageroy, a la cual se llega desde el continente en unos barcos que
emplean aproximadamente una hora en realizar el viaje. Para eliminar este
pasaje, se ha construido en los últimos años un túnel submarino de 7 km de
longitud que ha sido inaugurado en 1998.
La carretera que une Honningsvag con
Cabo Norte tiene 34 km de longitud, que pueden recorrerse en unos 45 minutos de
viaje. Esta carretera es de una belleza particular. De hecho, se trata del único
paisaje verdaderamente polar de Europa. La carretera termina sobre un
promontorio rocoso que se lanza a plomo sobre el Océano Ártico a una altura de
307 m. Este promontorio es Cabo Norte.
El corazón de Cabo Norte es su Pabellón,
una estructura construida en 1988 a la que se llega desde un túnel subterráneo
de 75 metros de longitud que desemboca en el interior de una grande gruta
excavada en la roca, donde además de un bar se encuentra una terraza panorámica
sobre el Océano Ártico que ofrece una vista verdaderamente impresionante.
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