Conocer Tromso es dejarse impresionar por sus contrastes de montañas
nevadas, maravillosos valles y fiordos, y un sinfín de lagos.
Es una
pequeña isla de forma alargada, estrechada entre la costa y una isla más
importante que la protege. Al estar situada entre las latitudes norte
68 y 71, los días en verano se alargan, haciendo que el sol nunca se
ponga durante más de dos meses. Puede ver el sol de medianoche en Tromso
entre el 20 de mayo y el 22 de julio.
Está unida a la costa por un gran
puente que conduce a los principales puntos de interés y a las
actividades industriales, que están casi todas relacionadas con el
comercio alimentario y con la pesca que, tanto en el mar como en los
muchos ríos cercanos o en las aguas del lago Prestvatn, resulta ser muy
rica.
En el siglo XIX, la ciudad noruega de Tromso era conocida como el
“París del Norte” porque la gente de la zona era mucho más cosmopolita
de lo que los turistas extranjeros esperaban. Posee la mayor
concentración de casas históricas de madera al norte de Trondheim,
algunas de las cuales datan del siglo XVII y que, junto con otros
lugares interesantes como el Museo de Tromso o al Catedral del Ártico.
La telecabina de Tromso permite disfrutar de las mejores vistas a la
ciudad.
Además de las islas habitadas, hay varios cientos de islas e
islotes desiertos. El grupo de islotes más externo - en el noroeste - se
llama Auvær. La isla Gåsvær, también al noroeste, no tiene población
fija, sólo una pequeña capilla que se usa durante celebraciones
religiosas en el verano.
Al sur de la ciudad está la zona conocida como
Ramfjordnes, con el pequeño Fiordo Ramfjorden y la zona rural de
Andersdal.
Destacan las vistas panorámicas que ofrecen las cimas de los
Alpes de Lyngen, el monte Tromsdaltind en Tromso, o las montañas de
Istindan en Bardu; aunque es aconsejable acercarse a ver las cascadas de
Målselvfossen o la de Mollisfossen, situada en el Parque Nacional de
Reisa, tiene un salto de 269 metros y es especialmente imponente.
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