Llamada también Curazao o Curasao por los portugueses, ha sido otras de las islas que hemos visitado en crucero en la zona de las Antillas y Granadinas. Inicialmente llegó a ser llamada Isla de los Gigantes por los conquistadores españoles. Al igual que su vecina Aruba, rezuma un aire holandés por todos su rincones. De hecho, hasta 2010 formaba parte de las Antillas Neerlandesas; normal si tenemos en cuenta que los primero asentamientos holandeses datan de inicios del siglo XVI.
Nuestra llegada a la isla fue una maravilla. Atracamos en la terminal de Otrobanda en la capital, Willemstad. Nos despertamos con un gran amanecer y muy pocas nubes, lo que nos vino sensacional para poder apreciar desde cubierta la bahía de Santa Anna desde todo lo alto y el centro histórico llamado "Handelskade" llena de bares y restaurantes donde hay casas de 300 años de antigüedad y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Y, obviamente, de frente una foto de postal típicamente holandesa. Es un puerto que tiene dos puentes: uno a la entrada de pasarelas levadizas que conecta la terminal con la ciudad (Emmabrug); y el otro más alto que se queda al final del puerto y más moderno (Julianabrug).
Al igual que el Aruba, la idea era conocer lo más destacado de la isla. En este caso reservamos una excursión con la naviera Pullmantur. Fue una gran elección porque resultó más cómodo conocer lugares más típicos (y turísticos por "contrato"). Fue una ruta programada hacia el Oeste.
La primera parada la realizamos en una finca acondicionada para los turistas donde por 1$ pudimos beber una sopa caliente de lagarto. Decían que era un gran estimulante. Tenía buen sabor, aunque para nosotros un poquitín fuerte. En este mismo lugar se podía echar un vistazo a una casa típica de la isla.
Una de las fotos de viaje fue un panel de tarjetas de visita, donde los servicios turísticos de la isla debajan sus datos para los posibles clientes.
De camino y cerca del Parque Nacional de Christoffel, nos hicimos una foto que no podía pasarse por alto al lado de la estatua del lagarto (el animal y/o mascota por excelencia).
Una de las últimas paradas fue en la playa de Grite Knip. Llegaban lanchas y barcos pequeños con refrescos para los clientes de las tumbonas. Para nosotros ha sido "la playa" de Curaçao. Aguas cristalinas mezcladas con azul turquesa y arena blanca. Era normal ver a chavales con lagartos esperando a que nos hiciéramos una foto con ellos para darles una propina.
Lo que no tuvimos tiempo fue de entrar a la Sinagoga Mikve Israel-Emanuel, la más antigua de América con 350 años.
De vuelta de nuevo al puerto, nos adentramos en el centro histórico para comer algo en una terraza de la Heerenstraat (o calle Heeren). Hay algún cajero automático para sacar dinero y alguna joyería, y ver el Palacio Gubernamental.
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