Siguiendo con nuestra aventura caribeña, otras de las escalas que hicimos fue en Saint Vincent. Fue una visita divertida y poco cultural pero que tiene un encanto especial, sobre todo porque en algunas zonas de la isla es todavía salvaje, a pesar de que llegan muchos turistas.
Kingstown
Es la capitalpero apenas tuvimos una hora para visitarla así que optamos por ir directamente a la calle central llamada Bay Street.
El muelle de cruceros, que no es muy grande, puede coger hasta dos barcos de cruceros. En nuestro caso sólo estábamos nosotros ese día.
Saliendo nos encontramos con una terminal de "Bienvenida" muy pequeñita, con alguna tienda típica (que hacía a la vez de servicio postal) y con los músicos locales. Muy agradable la recepción.
El pequeño tour lo dejamos para el final tras la vuelta de la excursión guiada. En cualquier caso, no tuvimos mucho tiempo de verla. Tan solo nos tomamos un agua de coco, entramos en una tienda para comprar el típco imán del frigorífico de recuerdo (una chancla) y ver un mercadillo. Es una ciudad como cualquier del Caribe: desorganizada y, en algunos puntos, da la sensación de inseguridad, pero nosotros lo pasamos bien y todo tranquilo.
La isla
Quizás porque era la mejor opción, nos decidimos por reservar una excursión guiada que combinada barco con autobús.
La primera parte fue en barco con Fantasea Tours con el realizamos una navegación de aproximadamente 1h/1.30h hacia el norte, tiempo durante el cuál los guías nos contaron algo de historia local.
La meta era una playa de arena negra desierta (de las que no nos dijeron el nombre) pero ubicada después de la de Questelles Beach. Cuidado ¡¡arena muy caliente!! Lo pasamos bien haciendo algo de snorkel y tomando el sol.
A mitad de camino pudimos ver las antiguas "ruinas" del puente de "Piratas del Caribe 1" que se filmó en la isla con Jonnhy Deep. No nos acercamos pero se veía perfectamente.
Aparte de esto, el resto eran paisajes increibles vírgenes verdes.
Tras esta pausa, nos llevaron hasta otra playa donde a pie nos acercamos hasta la Cascada de Baleine envuelta en un manto salvaje de vegetación. Quizás no sea algo espectacular pero sí es muy agradable para darse un baño. A la vuelta nos esperaba un simpático lugareño tocando el típico tambor "steelpan" o "steeldrum" (aunque so originarios de Trinidad y Tobago).
Tras el bañito, y ya subidos en un autobús de Sailor's Wilderness Tours, llegó otra de las sorpresas agradables de la jornada. Ibamos con una guía de habla inglesa y se suponía que debía acompañarnos un guía del barco para español. Como no pudo ser, nos tocó a nosotros hacer de traductores junto a la guía. Lo pasamos de maravilla y fue una gran experiencia, y nos echamos unas risas.
Los conductores de bus en Saint Vincent son un poco "locos". Menos mal que se conocen la isla a la perfección. Las carreteras como era de esperar en la isla, algunas veces un poco tortuosas, pero en general estrechas y con muchas curvas.
Antes de seguir con la ruta, nos pararon a comer en un restaurante (en otra playita) donde comimos platos típicos de la zona: pescado, arroz, plátano... El servicio encantador y la comida buena. Fue un descando apreciado que vino muy bien para recuperar fuerza.
Desde aquí poco más que volver al barco para visitar la ciudad. Al menos nos dió también para apreciar bien muchas panorámicas.
Sin duda una de las visitas que pueden ser "obligadas" es la del volcán La Soufriére, las cataratas de Trinity, o irse a alguna de las islas de alrederor como Bequia, Mayreau o los Cayos de Tobago.
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